Para la mayoría de las personas, incluso para el mismo pianista, este instrumento en su interior es desconocido y misterioso, y habitualmente no entra en contacto más que con el mueble, las teclas y los pedales, que son las partes visibles. La estructura o el esqueleto dentro del mueble del piano es un conjunto de vigas y viguetas de madera y funciona como sostén estructural del piano. El arpa contiene y soporta las cuerdas y se encuentra construída de fundición gris y las más de 200 cuerdas soportan una tensión de entre 17000 kg y 20000 kg estando afinadas en la frecuencia del LA4 o LA central, que por convención se fija en 440 Hz, llamada tono de referencia o tono de cámara. Todas las cuerdas, pasando en distintas partes de su recorrido por puntos de fricción, se hallan anudadas en dos puntos extremos, uno de los cuales son las clavijas, y a veces la misma cuerda está anudada a dos clavijas distintas, formando otra cuerda. Las clavijas se encuentran insertas en un listón de madera longitudinal que no se halla visible llamado clavijero. La tabla armónica, se podría decir que es como el alma del piano: es una madera con una cierta flexibilidad que será la encargada ni más ni menos de la producción, volumen y calidad del sonido. Cada tecla se encuentra vinculada a una, dos o tres cuerdas, y posee para sí misma un complejo sistema de ingeniería que es idéntico para el resto de las teclas y relaciona decenas de piezas de maderas, paños, cueros, resortes, alambres, entre otros materiales, a la manera de un mecanismo de relojería, en que las partes se encuentran perfectamente articuladas para transmitir con precisión sus movimientos. Justamente, este es el llamado mecanismo o máquina del piano, que permite que la más leve presión de una tecla ejerza distintos tipos de fuerzas en distintas direcciones, logrando como resultado final la percusión del martillo en las cuerdas con la consecuente producción del sonido.
Por lo expuesto anteriormente, deducirá fácilmente que los distintos factores ambientales, climáticos, mudanzas, las calidad de las maderas y materiales del instrumento y por supuesto su uso o descuido modifican la tensión de las cuerdas con el paso de los meses, y hacen que su piano se desafine, desestabilice o se caiga de tono, se deteriore la mecánica (los paños se resequen y apolillen, los resortes pierdan su flexibilidad, las maderas reciban directamente los cambios de temperatura y humedad, se rajen y se rompan) y finalmente se desvalorice. Está comprobado científicamente que un piano afinado correctamente se estabiliza con un equilibrio de afinación correcto y específico en sus cuerdas por la tensión a la que las lleva el Técnico, y gradualmente comienzan a modificarse nuevamente, por lo que afinando el piano dentro de los 6 meses, la afinación se mantendrá estable. Después de los 6 meses, por los factores nombrados, comienza a desestabilizarse y a ubicarse en otra situación de equilibrio, pero esta vez, desafinado. Mientras más tiempo transcurra, las cuerdas continuarán perdiendo más tensión y se volverá cada vez más inestable, y cuando se lo deba afinar, se deberá aplicar más tiempo para que el piano nuevamente se “acostumbre” a las nuevas tensiones ya que se deberá “romper” la situación de equilibrio incorrecta para lograr una nueva situación de equilibrio correcta. Esta característica de la afinación y desafinación no es propia de los pianos, sino de absolutamente todos los instrumentos musicales, que deben ser afinados por el mismo músico cada vez que quiere usarlos, incluso también la música vocal es afectada, dándose de manifiesto sobre todo en días de humedad, en que la afinación de un coro o un cantante puede ser desastrosa y los instrumentos se vuelven difíciles de afinar, independientemente de la calidad del músico. La gran diferencia con el piano es que su afinación no la realiza el Pianista sino el Técnico Profesional de Pianos que se encuentra preparado para hacerlo. Esto es así, porque la afinación de un piano es una tarea compleja por la misma complejidad del instrumento y para esta labor se deben conocer innumerables técnicas y poseer herramientas específicas de afinación, como también poseer las técnicas actualizadas y herramientas adecuadas y específicas para la reparación y regulación. De lo contrario, un piano puede llegar a inutilizarse.
Para que un piano no pierda sus cualidades sonoras, la Afinación debe estar conforme a su uso, siendo el período recomendado de 2 veces al año para pianos hogareños de uso normal, 3 o 4 para estudiantes y músicos, 6 para pianos de bajo concierto y 1 afinación semanal o incluso en pianos de alto concierto, dadas las exigencias extremas a las que son sometidos, 1 afinación diaria. En cuanto a la Reparación, si bien no todas las partes que se encuentren desgastadas o dañadas deberían ser reparadas o cambiadas con urgencia, debe saber que sí debería hacerlo en caso de que modifiquen la perfomance del piano, o afecten a otras partes que puedan empeorar la situación. La Regulación hará que toda las fuerzas intervinientes se distribuyan en el mecanismo aprovechándose al máximo para que el pianista pueda ejecutar con eficacia lo que pretende expresar. Un piano desregulado puede hacer que algunas piezas se desgasten más o se traben y rompan por moverse antes o después del tiempo exacto en que deberían hacerlo. Una de las características de los trabajos no habituales como puede ser el de Afinador Profesional de Pianos es que el propietario, al desconocer en la mayoría de las veces la necesidad cierta de realizar un determinado trabajo a su piano por desconocer su funcionamiento, debe dejar todo en manos del Técnico. Ese es el punto en donde el trabajo correcto con los precios justos harán que Ud. pueda depositar su confianza en la honestidad del Técnico y sin dudarlo con estas condiciones, su piano se mantendrá en el estado óptimo.